Se ha ido atrincherando
lo poco que quedaba
de amor en vos. Podría
tratar de comprenderlo,
pero el hecho, temible,
es que sos un peligro
para los otros: vas
pisoteando miserias
con frialdad, absorto
al golpe con que herís,
como el rayo que rompe
contra la bestia, y no,
porque vos sí sabés
lo que causás. Clementes
vayamos por el mundo.